Opinión

ATAQUES DE JAURÍAS DE PERROS, UN RIESGO PARA LA ÑINEZ EN EL ESTADO DE MÉXICO

María José Bernal Ballesteros

Los últimos días, en el Estado de México, hemos sido testigos de agresiones de jaurías de perros hacia los grupos más vulnerables de la población: mujeres, niñas y niños, hechos desafortunados que provocaron incluso la muerte de las víctimas.

El primero de ellos se suscitó en Santiago Tianguistenco, municipio donde una menor de 5 años perdió la vida luego de un ataque canino; posteriormente, en Tenancingo, un pequeño de siete sufrió lesiones en la cabeza después de ser atacado por una jauría al salir de su domicilio; la última víctima fue una mujer de Tecámac, quien también murió a causa de una agresión de perros.

Hoy en día las y los defensores de los derechos humanos debemos sumar esfuerzos a fin de promover políticas públicas y bases normativas encaminadas a tutelar el derecho a la vida, a un medio ambiente sano y a la salud pública; por lo que buscar alternativas de solución a esta problemática, -la de perros no domiciliados o en condiciones de abandono, que se esconde y pasa desapercibido ante los ojos de muchos- debe ser tema prioritario de quienes defienden los derechos.

Este fenómeno es un sensible problema de salud pública, subestimado por autoridades de las tres esferas de gobierno: federal, estatal y municipal; que se agrega a la poca concientización respecto al cuidado y tenencia responsable de un animal de compañía.

Frente a este escenario, es imprescindible que se legisle en torno a una política que atienda la situación de abandono de las mascotas, pues la problemática atenta también contra el desarrollo sustentable.

Lo preocupante de estos lamentables hechos está en que los ataques han afectado la integridad, salud y vida de menores de edad; por tanto, gobierno y ciudadanía debemos redoblar esfuerzos para proteger el derecho superior de la niñez.

Por otra parte, coincidamos con todos aquellos grupos protectores de animales que señalan que no son éstos a quienes debemos satanizar y por ende sacrificar, sino reflexionar sobre el papel que como sociedad debemos asumir en la tenencia responsable de los animales de compañía.

Ante eventualidades de este tipo, asumamos nuestro compromiso y hagamos realidad lo señalado en la Declaración de los Derechos del Niño, “el Niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”.

“Por una cultura de los derechos humanos”