Orientación Sexual, Expresión e Identidad de Género en México: Los retos pendientes
POR María José Bernal Ballesteros
Hasta la fecha y según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación Enadis 2017, casi 2 millones 700 mil personas en México declaran no ser heterosexuales, lo cual representa 3.2% de la población nacional (Conapred, 2018). Es muy probable que la cifra no este del todo completa, ya que falta por contabilizar a todos aquellos que por temor o prejuicio aún no han expresado su orientación sexual.
Mientras que un estudio difundido por UCLA, muestra que 0.6% de la población estadunidense se identifica como trans, si la proporción fuera idéntica en México, estaríamos hablando de aproximadamente 740 mil personas (Enadis, 2017). Así como la Organización Internacional Intersex plantea que el cálculo apropiado de personas intersex corresponde al 1.7% de la población (Organisation Intersex International 2013).
La orientación sexual, identidad, expresión, así como características sexuales diversas, continúan siendo motivo de discriminación en nuestro país, convirtiendo a una parte de la población mexicana en un grupo en situación de vulnerabilidad, que a través de la historia ha vivido con diversos estereotipos, estigmas y exclusión en diferentes ámbitos de su vida.
Actualmente, un tercio de la población no estaría dispuesta a rentar una habitación a personas trans (36%) ni a personas lesbianas o gay (32%), y a cuatro de cada diez personas no les gustaría que una persona gay o lesbiana fuera electa para la Presidencia de la República (Conapred, 2018). Es decir, no solo se cuenta con una deuda histórica al respecto sino aún existe desconocimiento respecto al tema y sus derechos humanos.
La discriminación de este grupo, permea en diversos ámbitos de la vida siendo un obstáculo para el pleno desarrollo, entorpeciendo así el acceso a la salud, justicia, educación; teniendo que ocultar quienes son, con tal de poder tener un espacio en la ciudad, el mundo laboral, la familia y en el peor de los casos para conservar su vida.
Por desgracia, siete de cada diez personas LGBTI declararon haberse sentido discriminadas en espacios educativos y la mitad manifestó haber vivido, por lo menos una vez, situaciones de acoso, hostigamiento o discriminación en el trabajo (CEAV y Fundación Arcoiris 2016). En otro estudio, 42% de las mujeres trans, 38% de los hombres trans y 39% de las mujeres lesbianas expresaron haber sido discriminadas y discriminados en el espacio público (Mendoza et al. 2015).
Los datos nos muestran una realidad donde los derechos humanos para todos aún no son reconocidos por parte de la población en todos sus niveles, segregando a los individuos que muestran algún tipo de diferencia en relación a lo que esta socialmente aceptado, emitiendo juicios sin conocimiento previo, creando un alto nivel de vulneración a los derechos e incluso cometiendo crímenes de odio.
Lo anterior no se debe tomar a la ligera, ya que en nuestro país, entre enero de 2013 y diciembre de 2017, se registraron al menos 381 asesinatos de personas LGBTI (Brito 2018). Mostrando así que la orientación sexual o identidad o expresión de género, son motivo para privar de la vida, dejando claro que la discriminación es estructural y la sociedad mexicana aún tiene la tarea de sensibilizarse e informarse al respecto.
Y aunque el panorama aún es algo duro, es indispensable también reconocer lo avances que se han tenido en materia de igualdad y no discriminación, señalando los protocolos de actuación, políticas públicas, programas, talleres y generación de información al respecto; así como el reconocimiento de los derechos por parte del Estado Mexicano.
Recordando así, a todos los que luchan y han luchado en nuestro país por los derechos de todos sin importar orientación sexual, identidad o expresión de género, logrando así que México se encuentre cada vez más cerca de la igualdad.