Manos mexiquenses elaboraron cuatro cinturones de boxeo
El Estado de México ha sido partícipe de la elaboración de cuatro cinturones que se han disputado en el ring los mejores boxeadores del mundo y, con ello, dar una muestra de la riqueza cultural, la diversidad de sus culturas y la grandeza del talento de las y los artesanos mexiquenses.
Estos cinturones conmemorativos dan mayor impacto a la actividad artesanal en una nueva atmósfera en la que se conjuga lo cultural con lo deportivo e impulsa al turismo a conocer los lugares donde nacieron estas obras de arte.
El primero de ellos, es el Cinturón Mazahua, creado por las manos de las artesanas Angélica y Lilia Reyes Martínez, del municipio de Villa de Allende, quienes se especializan en los bordados.
Así, en este trofeo se plasma el amor de la familia, la diversidad, la fertilidad del campo, los derechos y libertades de las mujeres y el futuro de las y los jóvenes, esta pieza tiene un espejo de obsidiana donde se observa al Dios Tezcatlipoca, un símbolo de fortaleza y poder.
La maestra Reyna Rayón Salinas, originaria de Xonacatlán dio vida al Cinturón Otomí, una pieza tejida en telar de cintura, utilizando hilos de lana teñidos en tintes naturales que representan los colores y símbolos de su etnia, así como los valores que determinan el camino: el amor, la unión familiar, la igualdad, la tolerancia y la fertilidad de la madre tierra.
El Cinturón Mestizo fue creado por la maestra artesana Vianey Rebeca Flores Martínez y el maestro artesano Raúl Pérez, es una pieza elaborada con pita, una fibra natural fina que crece en lo magueyes.
El cinturón está inspirado en la charrería, tiene bordados donde muestra las suertes charras y faenas de este deporte nacional, también muestra ejemplares de caballos, el floreo de reata y la escaramuza como papel femenino.
Los hermanos Gerardo y Topacio Cuevas Campos fueron los artesanos que dieron vida al Cinturón Teotihuacano, elaborado con piedra de obsidiana y jade; entre los símbolos más representativos que posee destacan las pirámides de la Luna y el Sol, emblemáticas de la zona arqueológica más visitada del país, además de dos serpientes haciendo alusión a Quetzalcóatl.
Esto es una muestra de lo que se elaboran en el Estado de México, mostrando así una vez más su riqueza hacia el mundo, recordando que lo hecho en el Edoméx está hecho con el corazón.