Nacho, uno de los miles de callejeritos
Texto y Fotos Karen Aldama
¡Hola soy Nacho! un perrito tipo french poodle de aproximadamente 14 años y que en algún momento de mi vida viví en las calles.
No recuerdo bien como es que terminé vagando por las calles de Toluca por varios días, pero fue hace ya casi cuatro años cuando de pronto me encontraba solo, sufriendo por frío, hambre y mojado por la lluvia.
En esos días cualquier sobra de comida o incluso tierra o piedras me servían para calmar mi hambre, tomaba agua de los charcos, para calmar mi sed, ya que me acercaba a la gente en busca de una caricia o resguardo y me golpeaban o me corrían.
Poco a poco con el paso de los días mi cuerpo era cada vez más delgado, mi pelo de blanco pasaba a gris, en mi cuello tenía un cable que por más que trataba de quitarme no podía, mis patitas cada vez eran más débiles, un día un grupo de perros más grandes que yo me atacaron, dejándome heridas fuertes que por falta de cuidados se infectaron.
Hay un día que recuerdo muy bien, el 2 de noviembre, esa mañana ya no podía más, hacía frío y yo solo quería dormir, llegue a un lugar que le llaman Las Torres y Jesús Carranza en Toluca, donde encontré un lugar seco, había tierra que me ayudó una vez más a calmar mi hambre, ahí me quede viendo pasar a la gente y los autos.
De pronto un carro gris se detuvo en el alto, eran dos mujeres, madre e hija, la más joven me miró y me sonrió, pero al cambiar la luz del semáforo se fueron, minutos después me “hice bolita” y me quedé dormido.
Pasaron algunas horas, yo temblaba de frío, cuando de pronto una joven se acercó a mi, me dejó oler su mano y me dijo “hola pequeño, no podía dejarte aquí sufriendo y solo”, me envolvió en su chamarra y me subió a un auto gris, ¡sí! así es era la chica que me había sonreído horas antes, ¡Regresó por mi!.
Me llevaron a su casa, me bañaron, me dieron de comer, de beber, me metieron a una recámara donde me dieron cobijas para dormir calientito.
Al otro día me llevaron al veterinario, quien dijo que mis heridas eran mordidas de otros perros y me curó, pero había una mala noticia, me había contagiado de TVT, una enfermedad común en perritos de la calle, y para sanar necesitaba quimioterpias.
La joven habló con sus amigos, y entre varias personas juntaron el dinero para mi tratamiento, hicieron una rifa con ayuda de “Adopta Mascotas”, una asociación de Xonacatlán, y me llevaron a conocer Ciudad Peluche.
Logré recuperarme, sanar mis heridas y volver a confiar en los humanos, del perrito flaco no queda nada, las quimioterapias no me provocaron muchos malestares, ahora soy un perrito gordito y amado.
La joven dijo que me daría en adopción, pero en el fondo ella sabía que no sería así, y de pronto un día dijo “Nacho se queda conmigo”.
Ahora soy feliz, mis primeros hermanos ya se fueron al cielo, pero mis humanas adoptaron a dos peluditos, uno se llama Jack y apenas hace unos meses, llegó Sally, son pequeños y muy traviesos pero divertidos, yo casi ya no veo pero sigo viviendo rodeado de amor, tengo comida, agua y una cama calientita y una humana que me llena de caricias, de besos y abrazos, aunque a veces exagera y hay fines de semana que me lleva a la casa del abuelo (su papá) en Xonacatlán donde puedo caminar y caminar en el campo.
Soy Nacho un perrito víctima de la irresponsabilidad humana, tuve suerte de encontrar un hogar y que me ayudaran a olvidar el sufrimiento por el que pasé, tal vez tu no puedas adoptar un perrito de la calle, pero si está en tus posibilidades dale un poco de alimento y agua, tu no sabes cuánto tiempo lleva sin comer bien y con sed, desgraciadamente no podemos hablar y pedir ayuda pero a pesar de la maldad de algunos humanos, hay otros buenos que nos tienden una mano, tú puedes ser uno de ellos.
Otra forma de ayudar es haciendo donaciones de alimento o productos de limpieza, a los refugios, albergues y asociaciones que se dedican a rescatar, rehabilitar y dar en adopción a perritos de la calle, o simplemente regales un paseo, un baño o un poco de amor, pero no olvides que la mejor ayuda es adoptando y esterilizando, juntos podemos hacer la diferencia y cambiar el mundo de un lomito.