Cultura

Recordando quién era Gabriel García Márquez

POR: VERO ORTEGA

Toluca, Méx.- En su larga vida, el escritor colombiano Gabriel García Márquez consiguió lo que siempre había deseado: el amor de sus amigos.

Su ambición al escribir era, según lo dijo en varias ocasiones, que sus amigos lo quisieran más.

No eran los honores, ni el premio Nobel de Literatura. Ni siquiera escribir una de las más grandes novelas de todos los tiempos.

A los doce años de edad, García Márquez ganó una beca para estudiar en un internado de Zipaquirá, municipio situado cerca de Bogotá, la capital colombiana. Allí, el joven devoraría las obras de Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas.

En 1948 ingresó como reportero al periódico El Universal de Cartagena, pero ello no detuvo la escritura de cuentos para El Espectador. En ese diario, conoció a Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción, a quien recuerda como una persona que empezó a afinar tempranamente su estilo.

La influencia de él y otros escritores y periodistas lo introdujeron a lo mejor de la literatura moderna, conociendo a autores como Faulkner, Hemingway, Joyce, Kafka y Virginia Woolf.

Para 1951, García Márquez ya había escrito su primera novela, “La Hojarasca”, aunque la publicaría años más tarde.

En la época que ejerció como periodista, trabajó en diarios como El Espectador y El Heraldo de Barranquilla.

En El Espectador, sería su mejor época al escribir “extraordinarios reportajes” que lo convirtieron en uno de los periodistas más famosos de Colombia.

La dictadura de Gustavo Rojas Pinilla cerró el periódico y García Márquez, viajó a  Europa para terminar su novela que estaba escribiendo, “El coronel no tiene quién le escriba”.

En Europa, “Gabo”, como sus amigos lo llamaban, también escribiría “La mala hora” y varios de los cuentos que luego aparecerían en “Los funerales de la mamá grande”.

Como periodista Gabriel García Márquez viajó a distintos lugares de América.

Uno de ellos fue La Habana, donde trabajó en la agencia de prensa creada por el gobierno cubano y cimentó una estrecha amistad con Fidel Castro.

Su llegada a la Ciudad de México, sería crucial en su carrera como escritor y donde se reencontró con su gran amigo Álvaro Mutis.

En la capital mexicana trabajó como guionista de cine, editor, publicista y periodista y fue en la  la Ciudad de México donde escribió la que para muchos es su obra cumbre: “Cien Años de Soledad”.

La cual, siempre que lo entrevistaban sobre esta novela, la describía así:

“Desde hacía tiempo me atormentaba la idea de una novela desmesurada, no sólo distinta de cuanto había escrito hasta entonces, sino de cuanto había leído. Era una especie de terror sin origen.

De pronto, a principios de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco, cuando me sentí fulminado por un cataclismo del alma, tan intenso y arrasador, que apenas si logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera. Rodrigo dio un grito de felicidad:

-¡Yo también cuando sea grande voy a matar vacas en la carretera!

No tuve un minuto de sosiego en la playa. El martes, cuando regresamos a México, me senté frente a la máquina para escribir una frase inicial que no podía soportar dentro de mí: ‘Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo’

Desde entonces no me interrumpí un solo día en una especie de sueño demoledor, hasta la línea final en que a Macondo se lo llevó el carajo…”

“Cien Años de Soledad” cambió la vida de García Márquez. Y lo sigue haciendo. Se calcula que la novela ha vendido más de cincuenta millones de ejemplares en todo el mundo desde que fue publicada, en mayo de 1967.

En 1982 le tocó la consagración máxima: el Premio Nobel de Literatura.

Sin embargo, para expertos de la literatura, “El otoño del patriarca”, publicada en 1975, confirmó el calibre literario del escritor colombiano.

Después de ella hizo una pausa en la publicación de novela y  se dedicó a recorrer el mundo escribiendo artículos periodísticos, los cuales fueron recopilados años después en el libro “Por la libre”.

En 1981, retoma las novelas y publica “Crónica de una muerte anunciada”.

Luego del Nobel, García Márquez escribió cuatro novelas más: “El amor en los tiempos del cólera”, “El general en su laberinto”, “Del amor y otros demonios” y “Memorias de mis putas tristes”, que se convertiría en su última obra de ficción.

También publicó el libro de relatos, “Doce cuentos peregrinos”; el reportaje, “Noticia de un secuestro”, y sus memorias: “Vivir para contarla”.

Cada 6 de marzo -día de su cumpleaños- salía a la puerta de su casa en la Ciudad de México a saludar a los periodistas que se apiñaban en el lugar y le cantaban “Las mañanitas”, la última vez que lo hizo fue en su cumpleaños 87.

Por eso, pero sobre todo por sus libros, no sólo sus amigos lo quisieron. Millones de personas alrededor del mundo lo amaron.

Ahora, Gabriel García Márquez pertenece a la historia, pero no quisimos dejar pasar esta fecha en que cumpliría 90 años para recordarlo.