Mascotas

Pez Betta y sus cuidados

Sin duda los peces son de los animales más bellos por sus formas y colores, que llenan de vida cualquier espacio, pero al sacarlos de su hábitat y llevarlos a casa debemos estar conscientes que debemos darles la atención adecuada y una buena calidad de vida.

Uno de los peces que en los últimos años se hizo muy popular, por sus vistosos colores y su elegancia al nadar, es el pez betta, pero ¿Cuáles son los cuidados que debemos tenerle?, aquí te decimos.

Primero veamos sus características: 

El pez betta es originario de la cuenca del Mekong, ubicada en la zona sureste de Asia, es un pez muy pequeño, a su edad adulta no mide más de 6 centímetros y medio, su vida suele ser muy corta, de dos años, son raros aquellos ejemplares que sobre pasan ese lapso de tiempo.

Son peces de agua dulce y de una extraordinaria belleza, por sus colores brillantes y sus aletas alargadas, anchas y con un efecto frondoso, que hace parecer que es un pez con cabellos de colores.

Se le conoce también como luchador de Siam, por ser un pez que se adapta fácilmente a los diferentes entornos, son omnívoros y hay diferentes variedades de peces betta: mariposa, camboyano y veteados.

Cuidados

  • La pecera

Debido a su lugar de origen, los peces betta son transportados en grandes cantidades de agua, por ello se debe evitar a toda costa introducirlos en peceras pequeñas y sobre todo redondas, que pueden provocarle problemas en la vista, al nadar en círculos.

La pecera debe contener al menos 20 litros de agua (para un solo pez; si se va a introducir orto se duplica la capacidad) con una altura y anchura adecuada para que pueda extender sus aletas y cola.

  • ¿Sólo o acompañado?

Los peces betta son territoriales, por ello normalmente viven solos o en pareja (macho y hembra), si dos macho se juntan se corre el riesgo de que se lastimen al pelar por su espacio.

Los peces betta pueden convivir con otras especias, pero que no sean territoriales, para saber con qué especie puede vivir existen una tablas con el nombre de cada especie y su grado de compatibilidad.

  • Temperatura

La temperatura del agua debe rondar entre los 22 y 23 grados.

Es muy importante tener cuidado al introducir el pez a su nueva casa, no solo es sacarlo de la bolsa y meterlo, debido a que el cambio de temperatura lo puede perjudicar y estresar.

Se recomienda introducir la bolsa abierta a la pecera y dejar que poco a poco el agua entre, para así se vaya aclimatando y se acostumbre a las nuevas condiciones.

  • Decoración

Para que el pez se adapte mejor a su nuevo entorno y se sienta a gusto se recomienda colocar en el fondo arena fina y evitar en todo momento las rocas, para evitar lesiones.

También es recomendable colocar plantas naturales, como las lentejas de agua, espadas del Amazonas.

Los peces betta necesitan de sitios para esconderse, para ello podemos ayudarnos de castillos con entradas y salidas, pero sin rebabas, pues de lo contrario pueden dañar al pez, también podemos colocar vasos de color oscuro o troncos.

  • Alimentación

Un pez betta puede ser alimentado con larvas de mosquito, pequeñas lombrices o gusanos, los cuales se pueden conseguir congelados y así se garantiza que no contiene parásitos que puedan dañar al pez.

Además existe alimento en forma de bolitas, que se consigue en los acuarios o veterinarias.

  • Limpieza

Se recomienda realizar cambios parciales de agua, es decir sacar la mitad del agua y llenarla de nuevo con agua limpia.

Si es necesario hacer un cambio completo, se debe sacar al pez y colocarlo en algún contendor, realizando el mismo proceso que cuando introdujimos al pez a su nueva casa, para evitar que resienta un cambio brusco de temperatura.

Una vez vacía la pecera, se debe lavar únicamente con esponja o jabón neutro, pero quitando absolutamente todos los residuos.

Si los cristales de la pecera tienen manchas blancas (el sarro del agua), con una liga de agua se pueden quitar y después debemos enjuagar bien la pecera.

Finalmente es importante saber que la esperanza de vida de un pez betta, oscila entre 4 o 5 años, siempre y cuando se tengan los cuidados adecuados.